lunes, 24 de febrero de 2014

Quiero ser madre y no puedo | Laura @cocinillas20



Hola amigas,

Hoy os traigo con mucho orgullo la historia todavía sin terminar de Laura, una mujer fuerte y valiente que lucha por conseguir nuestro sueño. Ella es guapa, buena, generosa y  os va a enamorar con su relato....cuenta tantas cosas que hemos pasado todas, tantos sentimientos que nos remeuven por dentro...y además ella quiere dar un pasito más y sumarse a esta revolución...No tenemos que avergonzarnos de ser infértiles!!! Gracias Laura por compartir tantas cosas tan íntimas con nosotras.
Lo conseguirás sin duda!!!  











Quiero ser madre y  no puedo, quiero estar embarazada y no puedo. Quiero ilusionarme con la llegada de una personita producto de nuestro amor, decirles a mis padres, suegros, hermanas y cuñados que van a ser abuelos y tíos, pero tampoco puedo…
Me gustaría gritarle al mundo que lo conseguimos!!! Pero todavía no puedo hacerlo.  Lo que sí puedo es alegrarme por los que lo consiguieron, puedo echarle “cojones” y luchar, puedo llorar hasta que no me quede una lágrima y luego levantarme…pero hoy por hoy no puedo dar vida a otra vida.

Hace casi 9 años que empecé con mi marido, nuestra historia fue lenta, de dejarte ir sorprendiendo, de enamorarte poco a poco. Al final es una historia cualquiera de dos que se quieren y decidieron hacer un proyecto de vida juntos.

Recuerdo el día de mi boda, estábamos tan contentos… No faltaba nadie, todos nuestros amigos y familiares nos deseaban lo mejor y nosotros en una nube!! Siempre habíamos confesado que nos encantaban los niños y que no tardaríamos en traerlos a casa. Yo cocinaría mil recetas para mis polluelos y mi marido jugaría mucho con ellos…nuestra casa es enana así que habría que dejar el IKEA por un momento e invertir en muebles a medida en esa habitación...todo pensado, nada más lejos de la realidad, por desgracia. 

El tiempo pasó y por fin lo vimos claro! Yo tenía 28, él 29, a la vuelta del verano nos liaríamos la manta a la cabeza, seríamos tres!!! Los comienzos fueron como siempre en estos casos…felices y emocionantes! Disfrutaba cada copa de vino, cada cervecita, cada salida con marido o amigas como la última diversión y fiesta que me podría dar en mucho tiempo, pronto nuestro hijito llegaría y todo cambiaría, tendríamos una vida más tranquila, SERÍAMOS PAPÁS! Recuerdo que algunos me decían si estás con el máster o si estás en tu segunda carrera…pero teníamos trabajo, casa y mucho amor así que era nuestro momento!

El tiempo pasó y la alegría se fue convirtiendo en preocupación. Algunos amigos, primos y compis de curro iban haciendo tangible el proyecto que a nosotros nos estaba costando. Mes a mes, regla a regla teníamos que lidiar con los comentarios de los demás y con nuestros propios fantasmas. Llegamos a creer que nos tendríamos que relajar para conseguirlo, que no había que darle importancia, nos sentimos culpables… Lo intenté, lo juro, con todas mis fuerzas, intenté relajarme, tomarlo bien, alegrarme por todas las pancitas fértiles sin que eso me recordara que yo no podía. Lo intenté todo y no funcionó.

No funcionó irme de vacaciones, hacer deporte, comer sano, no preocuparme…cada vez me sentía más sola y más aislada. Me enfadé conmigo y con el mundo injusto, con el destino, con todo. Mi dolor era tan grande que solo la rabia conseguía mitigarlo. Ya nunca más buscaría con la inocencia y la ilusión de un fértil, ya no me reprimiría una lágrima en un día de regla muerta de miedo e incertidumbre.

En ese punto uno YA SOLO NECESITA UNA RESPUESTA. Empecé a echar muchas cuentas, a descubrir las horribles listas de espera de la seguridad social, a hacer un máster en biología reproductiva…quería respuestas para tanto dolor y rabia. Nos sometimos a pruebas mientras nos agobiábamos y perdíamos nuestra intimidad. La gente seguía con sus y vosotros cuando? o con sus: lo que tenéis que hacer es relajaros! Pero nosotros inquebrantables buscando esas respuestas, esperando los plazos, viendo una única raya, viendo embarazos y bebés ajenos- ya sabéis de lo que hablo.

Las respuestas llegaron, diagnóstico masculino severo y muy severo! ¿Como un chico de 30 años sano y que se cuida puede tener 54000 espermatozoides en vez de 70.000.000?? y que solo se muevan ni un 2%? Los médicos  eran tajantes; embarazo natural prácticamente imposible. En ese momento me sentí estafada por la vida…mi marido y yo habíamos adquirido el pack completo amor más familia…¿dónde estaba la segunda parte?. 

Reconozco que después del impacto me liberé un poco y tenía ganas de gritarles a todos:

  ¿VEIS? ¡NO ESTABA LOCA, LA INFERTILIDAD NO ESTABA EN MI CABEZA! 

Quise gritarle al mundo que había una causa para tanta preocupación, quise gritarle al mundo pero me lo gritaba a mí misma; y es que cuando una no puede tener hijos hay un momento en que se culpa, un momento en que flaqueas en tu identidad y en tu autoestima. 

Por primera vez en 18 meses miré a mi marido, fui consciente de su pena, dolor e impotencia por no poder ser padre. Con ese diagnóstico mi marido se hundió y se le vino el mundo encima. Vi en sus ojos una expresión que nunca antes había visto, de culpa, de vergüenza, de daño… y poco a poco empecé a volcarme en él y a asumir que de forma natural probablemente nunca tendríamos un hijo.

A priori yo no soy infértil físicamente (o eso dicen los médicos habrá que ver) pero ¿no siento todo lo que mis compañeras de lucha en este camino de la infertilidad? Sí, siento el vacío, el desconsuelo, el miedo y el enfado con la vida. Siento esa necesidad imperiosa de ser madre y ese miedo de no saber si lo lograré algún día… Y así comencé a crearme la identidad de INFÉRTIL. Tener un hijo es cosa de dos y solo juntos podremos superarlo.

Un día mi marido me dijo que si la biología le quitaba el derecho de ser padre, la vida no le privaría de esa experiencia y me haría madre de la manera que fuese necesario. Mi marido es muy grande y tras oírle lloré. Lloré por él, por mí y por los dos. Lloré por lo difícil e injusto que es todo esto y por todas las parejas con problemas. Lloré por el tabú social que es la infertilidad y por el desconocimiento, por la incomprensión de la sociedad, lloré hasta quedarme seca sabiendo que aún me quedarían muchas lágrimas que llorar.




Ahora después de año y medio cada vez estamos más cerca de nuestro primer tratamiento ICSI.  Casi a punto de enfrentarnos a esa reproducción asistida que no es mágica como todos creen, esa de las largas esperas, la de inmensos dinerales, la de los soportes físicos y emocionales…al final ésa que es la única que puede, parece ser, darme a mis hijos.


Tengo miedo, miedo a las estadísticas, al dinero, miedo a no conseguirlo… Pero el deseo de ser madre es tan fuerte que ¡REPRODUCCIÓN ASISTIDA VOY A POR TI! Pienso dejarme la piel, levantarme cada vez que me derrumbe. Pienso apoyarme en los que me quieren, pienso seguir en esa INFERTILPANDY que me ha devuelto a la vida, a la lucha y me ha ayudado a encontrar una identidad que había perdido, yo durante muchos meses era una NO MADRE que quería serlo… ahora soy una INFERTIL QUE LUCHA. 

No tengo vergüenza, quiero contribuir a que esto no sea un tabú que hiere el alma. No hemos elegido ser infértiles, no hemos elegido tener esta enfermedad. Me he propuesto que mi camino por la infertilidad valga para romper mitos, estereotipos y contribuir en mostrar este problema al mundo fértil.  Voy a formar una familia con el compañero de mi vida y de mi alma.

Y a ti: Cosita que aún no has llegado a casa, decirte que tu padre y yo deseamos profundamente conocerte y estamos intentando querernos mucho y darte una casa feliz cuando llegues. No vamos a parar hasta encontrarte aunque el camino es complicado porque sabemos que al final de éste, estás tú esperando. No somos padres reales pero si de corazón y NUNCA nos vamos a rendir. Aún no se ser mamá, no sé lo que es llevarte en mi tripa pero si se lo que es llevarte en mi alma.




Gracias a todas y a todos por estar ahí.


Laura. INFÉRTIL SINVERGUENZA.



Imágenes vía: Cuandoamasfuerte.wordpress.com | laberintodeandrea.blogspot.com

martes, 11 de febrero de 2014

Sentimiento Infértil por mi amiga Cristina

Hola amigas,,,

Hoy estoy muy emocionada de poder compartir con vosotras lo que nos ha escrito mi amiga Cristina. Cris fue la primera chica que conocí en persona a través de este blog. Ella ya era mamá, y quedamos a tomar un café al principio con un poco de nervios que se pasaron en 5 minutos. La verdad es que fue maravilloso poder hablar con alguien cara a cara de todo lo nuestro. Y en aquélla primera conversación ella me decía: Ya verás cuando tú lo consigas, cuando estés embarazada, cuanto tengas tu positivo...y yo la escuchaba y la quería creer, pero la verdad es que no la creía. Se me hacía muy dificil creerla y entonces ella me dijo las palabras que están al final de esta carta y que de verdad a mi tanto me marcaron. 
Hoy, ella, las quiere compartir con todas vosotras, espero que os ayuden como me ayudaron a mi. 

Gracias Cristina por todo, por ser generosa, por estar conmigo, por ser una luchadora y una valiente y por supuesto una maravillosa mamá. 



Quedé que enviaría mi historia a mi querida amiga Noe, y llevo tiempo pensando tengo

que escribirla, pero me costaba ponerme, hace unas semanas empecé pero no la acababa

nunca y es que creo que quiero hablar de otra cosa que es incluso más importante ahora

que mi  propia historia: el sentimiento que aún siendo ya mamá sigo teniendo, no igual

claro, ya no lloro por las esquinas cada dos por tres con un dolor en el corazón que crees

que va a ahogarte, pero sigo teniendo el sentimiento que creo que todas las infértiles

compartimos, el hecho de que nunca olvidaremos por lo que hemos pasado hasta llegar

a ser embarazadas y mamis felices.


Empiezo diciendo que sí, soy mamá al fin, mamá de mellizos que tienen ahora 13

meses, y muchas veces pensé que cuando me quedara embarazada y fuera mamá

olvidaría este “mundo” y este sufrimiento, que querría dejarlo atrás y no pensar nunca

más por todo lo que tuvimos que pasar hasta llegar aquí y no me malentendáis, respeto

mucho a las mujeres que quieren dejarlo atrás y no pensar más en ello, pero cuál es mi

sorpresa cuando, como os he dicho, mis peques tienen 13 meses y no lo he olvidado,

pero ¿cómo olvidarlo? ¿Cómo olvidar la primera vez que salimos de una clínica de

infertilidad y lo que lloraba mientras caminábamos hacía el coche intentando asimilar

que quizá no podría tener hijos? ¿Cómo olvidar los millones de veces que creí estar

embarazada de manera natural y nunca era verdad? ¿Cómo olvidar que casi cada vez

que iba al ginecólogo salía con malas noticias? Tienes que operarte una vez y luego

otra, tienes que hacerte un montón de análisis de sangre, tu FSH es demasiado alta (algo

que entonces me sonaba a chino claro) y un millón de pruebas tanto para mi marido

como para mi...

¿cómo olvidar las 7 transferencias que me hicieron hasta que salió por fin positivo?

Se cuenta pronto, pero fueron 3 años de dolor, de pensar si alguna vez me tocaría a mi, si

alguna vez vería un predictor de cientos que me había hecho que salieran las dos rallitas

o la palabra embarazada seguida del 2-3, si alguna vez podría comprar ropita de bebé,

biberones, chupetes, pañales, decorar su habitación, si alguna vez pasearía orgullosa

(como lo hago ahora) por la calle llevando por fin mi carrito con mi bolsa colgando,

si alguna vez se harían realidad todas esas cosas que había visto en amigas, cuñadas,

hermanas, compañeras de trabajo y cualquier chica a la que veía por la calle y envidiaba

tanto. 

Cuantas veces he pensado quiero ir al gine y salir siempre feliz y con buenas

noticias y no enfurruñada y triste porque nuevamente me han dicho que tenía un mioma,

un quiste, trompa obstruida o alguna otra cosa que me impedía quedarme embarazada.

Dedidme como se puede olvidar esto. Os digo que yo, no he podido.

Claro ahora lo recuerdo, y os digo que desde que me quedé embarazada un montón

de veces han resbalado lágrimas por mi cara y he pensado: ya no debo llorar, ¿por

qué lloro? Pura alegría y emoción al recordar todo lo vivido, como cuando después de

cada transferencia me tocaba la barriga repitiendo las palabras: quedaros con mamá,

quedaros por favor. Por fin ocurrió y se quedaron, y las lágrimas caen cuando veo el

salón de mi casa lleno de juguetes por el suelo, las tronas en un lado, los biberones

recien lavados, la bañerita con unos patitos de goma dentro, tantas cosas que siempre

imaginé, cosas que para otras mamás a lo mejor no son motivo de tanta emoción... ir a

la matrona, ir al pediatra!



 Recuerdo una de las visitas al médico, de las primeros ecos

que te van haciendo y esa tarde me llamó mi hermana a casa para ver como había ido

y me puse a llorar y me dijo asustada: ¿Qué pasa? Y le dije nada, TODO ESTÁ BIEN,

y le seguí explicando que era tan raro para mí ir tantas veces seguidas al ginecólogo y

salir contenta y con buenas noticias que me emocionaba pensarlo y contarlo.

Hace unos días estaba con mis mellizos y como ya gatean revolotean a mi alrededor

sin parar, pues bueno de repente mirando hacia abajo vi que en el pantalón que llevaba

había una mancha y eran mocos, y recordé cuantas veces había oído a amigas mías

diciendo: Jo! Ahora ya nunca voy limpia, siempre voy con manchas de mocos, papilla,

etc. Cuando oía esos comentarios pensaba, ojalá yo fuera siempre sucia de mocos

y papilla, jejeje, entendedme no me emociona ir manchada, no suele pasarme, pero

cuando me pasa me sale una sonrisa y me viene a la cabeza cuando oía a otras mamás

quejarse y todo lo que sufrí hasta llegar a esa mancha de mocos en mi pantalón.

Y claro que me pongo nerviosa como cualquier madre, claro que muchas veces tengo

que respirar hondo porque los dos se ponen a llorar y no sabes muy bien qué hacer,

claro que vivo con millones de inseguridades como cualquier mamá primeriza pero por

otro lado está ese sentimiento de esas cosas que durante tanto tiempo quería vivir y no

podía y lo peor no sabía si podría vivirlas y cuando te ves a ti misma viviéndolas pues

que queréis que os diga, me pongo a reir y llorar al mismo tiempo, no lo puedo evitar.

Casi a diario sigo mirándolos y pensando lo mucho que sufrí, lo mucho que lloré, lo

mucho que callé porque la gente que no pasa por esto no te entiende y se pasa mal,

y chicas creo que las mujeres que pasamos por esto vivimos la maternidad de forma

diferente, ni mejor ni peor, DIFERENTE, es inevitable.

Parecen tonterías, quizá para muchas personas lo sean, para mi no, es lo que siento, lo

que sigo sintiendo cada día mirando a mis hijos, pensando lo mucho que me ha costado

tenerlos en todos los aspectos y me siento FELIZ.

Un mensaje para todas las que aún estáis en la lucha: yo no conozco a nadie que al final

no lo haya conseguido, el camino es muy duro pero merece tanto la pena!!

 Un abrazo a todas.